A pesar de los esfuerzos por parte de la comunidad láctea, las enfermedades que causa la leche de vaca continúan afectando a la industria en todo el mundo.
La leche está relacionada con muchos trastornos gastrointestinales. La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es la alergia alimentaria más común, especialmente en la infancia y la niñez, y puede persistir hasta la edad adulta.
La intolerancia a la lactosa es una condición prevalente caracterizada por el desarrollo de muchos síntomas relacionados con el consumo de alimentos que contienen lactosa. También son comunes en enfermedades inflamatorias del intestino.
Bacterias de la leche sin pasteurizar
Como la leche forma parte de la alimentación humana cotidiana desde el nacimiento, puede ser una fuente de infección microbiana en los seres humanos y causar muchas enfermedades. La leche es rica en azúcares, lípidos y proteínas, que son un medio ideal para el crecimiento de un amplio espectro de organismos.
Las enfermedades producidas por organismos transmitidos por la leche incluyen Mycobacterium avium, Mycobacterium bovis, especies de Salmonella, brucelosis, infecciones estreptocócicas, “diarrea de verano”, Yersinia enterocolitica, difteria, Escherichia coli.
La mayoría de estas infecciones se presentan con manifestaciones de gastroenteritis, intoxicación alimentaria y hepatoesplenomegalia, además de manifestaciones sistémicas como fiebre, dolores musculares, dolor de cabeza intenso, meningitis, sepsis, neumonía e insuficiencia renal.
Consumo de leche cruda
El consumo de leche cruda, una práctica común de los productores de leche en sus granjas, es un factor de riesgo importante para la transmisión de enfermedades que causa la leche de vaca. Además, el consumo de leche cruda aumenta el riesgo de transferencia horizontal de genes de resistencia a los antimicrobianos, donde las cepas bovinas pueden encontrarse con la microbiota humana y transformarlas en cepas patógenas resistentes, una razón fundamental para aumentar la prevalencia de la resistencia a los antimicrobianos.
Efectos de la Leche sin pasteurizar
La leche cruda es leche que no ha sido pasteurizada para eliminar las bacterias dañinas. La leche cruda puede contener gérmenes dañinos, como Campylobacter, Cryptosporidium, Listeria, Brucella y Salmonella. Estos gérmenes pueden representar graves riesgos para la salud. Las personas que se enferman por consumir leche cruda pueden tener síntomas como diarrea, calambres estomacales y vómitos. Algunas personas pueden desarrollar enfermedades graves o incluso potencialmente mortales, entre ellas:
- Síndrome de Guillain-Barré, que puede provocar parálisis
- Síndrome urémico hemolítico, que puede provocar insuficiencia renal, accidente cerebrovascular e incluso la muerte.
Pasteurizar la leche reduce las posibilidades de enfermedades. La pasteurización es el proceso de calentar la leche a una temperatura lo suficientemente alta durante el tiempo suficiente para matar los gérmenes dañinos en la leche.
¿Cómo se contamina la leche?
La leche cruda puede contaminarse de muchas maneras. Los animales sanos pueden portar gérmenes que son perjudiciales para las personas. Puede contaminarse por gérmenes de las heces o de la piel del animal. Los gérmenes del medio ambiente (incluidos el establo y el equipo de ordeño) pueden entrar en la leche. Además, las condiciones en la planta procesadora de leche pueden ser insalubres. Puede ocurrir contaminación cruzada por parte de los trabajadores lácteos, por ejemplo, a través del contacto con ropa o botas sucias.
Los brotes de enfermedades relacionados con la leche cruda se remontan a animales alimentados tanto con pasto como con cereales. La leche cruda, independientemente de que sea ecológica, puede contener gérmenes nocivos. La leche orgánica pasteurizada está disponible en muchos lugares, incluidos supermercados, mercados de agricultores y lecherías.
Las buenas prácticas de seguridad pueden reducir la posibilidad de que entren gérmenes en la leche cruda, pero no eliminarla por completo. Los métodos para recolectar leche han mejorado a lo largo de los años, pero no se puede confiar en ellos para garantizar que la leche sea segura para beber.